Hablar de violencia infantil es referirse a un tema doloroso, es hablar de una lacra de la humanidad que ,a pesar de innumerables esfuerzos, propósitos y programas no pudo ser erradicada. Una lacra aun peor que las pestes y las epidemias que luego de más de 5000 años de civilización y más de 2000 años de la era cristiana, sigue aquí, en la tierra, aferrada y creciente. Una desgracia originada y mantenida exclusivamente por los seres humanos, lo que nos hace dudar de la validez de la palabra humanidad.
Lo cierto es que, desde que el mundo es mundo, a los niños como a las mujeres les tocó la peor parte, ya que el concepto de niñez protegida es realmente muy reciente.
La historia nos muestra que la niñez, desde siempre, fue avasallada y sus derechos conculcados o ignorados, temas que a veces desde la actividad física el deporte y la recreación, se ven como lejanos.
La lista de padecimientos que les fueron y aun les son infligidos a los niños es interminable, además de ser cruel y escabrosa y cuantas veces pasa cerca nuestro la posibilidad de ayudar y no nos damos cuenta.
Desinterés y abandono, miseria e ignorancia colaboraron para sostener este estado de cosas, además de pautas culturales permisivas o decididamente crueles, por lo menos vistas desde nuestro punto de vista latinoamericano con fuerte raíz europea.
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